Últimamente, se habla mucho en los medios de comunicación de la llegada de inmigrantes “ilegales” a la Unión Europea, como si fueran una plaga que amenaza la seguridad y la estabilidad de los países europeos. Philip Hammond, el Ministro de Exteriores del Reino Unido, dijo según el periódico ABC que «Los inmigrantes procedentes de África amenazan el estándar de vida de la Unión Europea y su estructura social», y añadió «Es una situación insostenible porque Europa no puede protegerse, a sí misma ni preservar su estándar de vida ni su estructura si tiene que absorber a millones de inmigrantes africanos».
Sin embargo, el
señor Philip se le olvidó decirnos que los inmigrantes africanos y otros no
emigran por placer y diversión, sino huyendo de una situación creada en muchos
casos por la política exterior de los países europeos, que siembran terror
apoyando guerras en países africanos y de oriente medio y quieren cosechar
solamente los beneficios económicos de la venta de armas en dichos países. Hay
que recordar como dice Jesús Domingo
Martínez de Girona en una carta mandada al
director del diario elpaís el 10 de agosto y titulado “El drama
de los refugiados” que «Europa
no parece haberse enterado todavía de que en Siria hay una cruel guerra civil
que dura más de cuatro años, que ha causado más de 250.000 muertos y que ya ha
desplazado a más de cuatro millones de personas». Es de ahí, o sea de Siria
de donde viene el 38% de la inmigración que recibe la UE según ACNUR.
Es muy
importante señalar que de los más de 225.000 inmigrantes que han llegado a
Europa este año por el Mediterráneo, unos 124.00, han desembarcado en Grecia y
unos 98.000 han llegado a las costas de Italia, y otras 2.100 personas han
muerto desde enero hasta junio en el intento de salir de Siria, Irak, Libia, Mali y otros países árabes y africanos que sufren conflictos internos.
Ahora bien, ¿Quién
se beneficia del drama de la inmigración, los países de acogida o los de
partida? Según ha publicado el periódico elmundo el 10 de agosto 2015, la
Comisión Europea aprueba 2.400 millones de euros para apoyar a países en crisis
migratoria. En un artículo escrito por Belén Domínguez
Cebrián y publicado el mismo día en el
periódico elpais se señala que «Según el reparto, Grecia recibirá unos 474
millones frente a los 522 que se entregarán a España, pese a recibir treinta
veces más inmigrantes: 170.000 de enero a junio frente a los 5.542 que han
llegado a las costas españolas de enero a mayo, de acuerdo a Frontex. Italia —que, según las estimaciones de julio, habrá recibido
80.000 en 2015 y donde la situación es “mucho más crítica”, según Gil Arias,
director adjunto de Frontex— será el máximo beneficiario con 560 millones de
euros». O sea, de los miles de millones destinados al drama de la inmigración
no se destina ni un euro a la lucha contra las mafias que cobran hasta 6500 euros
por persona según anuncio Antena3 televisión. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los traficantes de personas pueden llevar hasta 250 migrantes en un viejo bote pesquero y obtener una ganancia de alrededor de 250.000 mil dólares por viaje.
Creo que para
transformar de manera pacífica el drama de la inmigración primero tenemos que
ser serios, y saber que la mayor parte del conflicto de la inmigración se
resuelve en los países de origen, apoyando el desarrollo humano y no el
desastre humano vendiendo armas a los países en conflicto. No podemos vender
miedo y terror a otros países y esperar a que nos manden amor y paz, si
queremos la paz hay que invertir en ella y no en las guerras.
Segundo, tenemos
que luchar contra las mafias que aprovechan la tragedia de las personas que
viven en países que sufren conflictos para enriquecerse, haciendo del
sufrimiento humano un negocio. Se sabe que la mayoría de los inmigrantes no
vienen nadando ni en aviones, sino en barcos o pateras que les facilita la
mafia que actúa en países del sur, y es de ahí donde hay que empezar.
Y por último,
tenemos que decir la verdad de la inmigración y no mostrar a los que llegan
como si fueran una amenaza a la Unión Europea ya que según un informe de la ONU
«Aunque Europa en términos nominales es la región más atractiva para la
inmigración a escala mundial, los nueve países con mayor proporción de
inmigrantes respecto a la población nativa son asiáticos, y los cuatro primeros
en su lista, árabes. Solo el décimo lugar en la lista lo ocupa un país europeo:
Suiza». Asimismo, el informe señala que aunque el volumen de las personas
que migraron de un país a otro se incrementó de 154 a 232 millones entre
1990 y 2013, los países de Europa (tanto los miembros de la Unión Europea como
los que no los son) solamente acogieron en el mismo periodo a un 31,3% del
total de migrantes internacionales, y que los Emiratos Árabes Unidos, Catar,
Kuwait y Baréin figuran en la lista de la ONU como los cuatro primeros. En cada
una de estas monarquías del golfo Pérsico más del 50% de la población nació en
el exterior e inmigró durante los 23 años que comprende el período estudiado.
Eso muestra que
Europa no está siendo invadida por los inmigrantes como muestran la mayoría de
los medios de comunicación y que está lejos de ser la primera destinación de
los inmigrantes. Según las estadísticas
de Eurostat, el país europeo con más extranjeros es Luxemburgo con 43,8% de su
población (37,9% de países de la UE y 5,9% de países no comunitarios) y el país
con menos extranjeros es Polonia con 0,1% de extranjeros en su territorio (0,0%
de países de la UE y 0,1% de países no comunitarios). España ocupa el séptimo puesto
con un 12% de extranjeros en su
territorio (5,1% proceden de países de UE y 6,9% no son comunitarios).
Al
final, si no se opta por decir la verdad, fomentar leyes de hospitalidad en vez
de leyes de extranjería, luchar contra los traficantes de los seres humanos, transformar
el conflicto de la inmigración y no acabar con ella y vender plumas en vez de
armas en los países en conflicto, los inmigrantes, sea cual sea el porcentaje, seguirán
llegando y muriendo aunque rodeen a toda la EU con murallas, camaras y vallas.
Said Bahajin
Doctor en Estudios Internacionales de
Paz e Investigador en la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz en España.