Monday, November 9, 2009

Alianza de civilizaciones o civilización de alianzas


Un mundo dividido contra sí mismo nunca puede vivir en paz

La intensa preocupación de muchos aspirantes a construir puentes entre civilizaciones y culturas del mundo contemporáneo les ha llevado a pensar en una excelente iniciativa que ha sido bautizada con el nombre de la Alianza de Civilizaciones. Sin duda, es un reto que aspira a transformar de manera pacífica los conflictos originados por el desconocimiento del otro y el miedo a la diversidad.
Un miedo que ha causado el rechazo entre “Occidente” y “lo que queda”, sobre todo el mundo islámico. Así mismo dio la oportunidad a algunos a hablar de un choque entre las civilizaciones o incluso de una tercera guerra mundial causada por el choque entre Occidente y el Islam, como lo adelantó Laurent Artur en su libro La tercera guerra mundial ha comenzado, y como lo confirma Samuel Huntington en su libro The clash of civilizations (1997), quien plantea la idea de que en el mundo actual las culturas serán las principales causantes de los conflictos que vivirá la humanidad próximamente. Sin olvidar que no solamente “Occidente” cree en el choque, también existen escritores árabes que escribieron sobre el tema como el escritor marroquí Mehdi Mandjra quien es la primera persona que escribió sobre el choque de civilizaciones en su libro La première guerre civilisationnelle (1991).
La profecía del choque de civilizaciones, generó una perspectiva no sólo de división y desigualdad, sino que puso el acento en los sistemas de seguridad de unos en contra de otros, dividiendo el mundo y creando un enemigo sin rostro pero con cualidades llamado terrorismo. Para acabar con ese enemigo, y olvidándose que nunca la injusticia puede ser un camino para la justicia, se justificó el uso de la fuerza sin legalidad y de las guerras preventivas. Unas guerras dirigidas contra todos los países que no aceptan la democracia moderna y la libertad que ofrece “Occidente”, sobre todo contra algunos países musulmanes que después de los atentados del 11S, 11M y otros más, se convirtieron en el gran enemigo de Occidente.
Siendo realistas nadie puede negar que en el mundo existen más de 1500 millones de musulmanes, entre ellos americanos, chinos, latinos, africanos, europeos y australianos, esa diversidad es una razón suficiente para no creer en la teoría del choque entre el Islam y Occidente, ya que el Islam forma parte no solamente de “Occidente” sino del mundo entero y es un elemento con el cual hay que dialogar y tomar en cuenta en la construcción de un mundo justo y pacífico. Por eso, la verdadera alianza con el Islam empieza con aceptarle como parte de “Occidente” y no como un elemento ajeno que preocupa a “Occidente”. Lo mismo tienen que hacer los países musulmanes que en su mayoría desconocen la realidad de “Occidente” y le siguen relacionando con el colonialismo.
Ese desconocimiento del otro tanto en “Occidente” como en los países musulmanes es un resultado de las fronteras que separan a los dos. Sin duda, un mundo dividido contra sí mismo nunca puede vivir en paz, ya que las fronteras nos separan cada día más y nos impiden conocernos, y si no nos conocemos nunca acabaríamos con el miedo que nos muestra el otro diferente como un enemigo. Por eso, es hora de optar por la ciudadanía universal y de acabar con las fronteras para que el mundo sea una aldea en donde convive toda la humanidad.
Es cierto que necesitamos una alianza de civilizaciones, pero sería conveniente también pensar en una civilización de alianzas, porque existe una única civilización que nos une a todos que es la civilización humana y la tenemos que fortalecer desde la diversidad con diferentes alianzas como es la alianza de civilizaciones, de valores, de éticas, de culturas, y de intereses. Unos intereses que son el verdadero motivo de los choques que vive la humanidad.
Nadie puede negar que vivimos en un mundo pequeño, cada vez más comunicados pero al mismo tiempo más separados y menos unidos. Formamos una familia de diferentes colores, culturas, religiones e idiomas, pero nos falta ser conscientes de la importancia del papel que podemos desempeñar cada uno de nosotros, desde la diversidad en la construcción de un mundo justo, que depende del esfuerzo y la implicación de todos, tanto del Sur como del Norte, porque las desigualdades y las injusticias nos afectan a todos y no solamente a los que las sufren. Por eso debemos ser todos protagonistas y participar cada uno desde su ámbito de actuación en la transformación pacífica de los conflictos que sufrimos, y que nos afectan como ciudadanos que comparten el mismo planeta y la misma civilización humana.