Thursday, March 23, 2017

Miedos asesinos vs Inteligencia cultural



Parece que vivimos en un mundo en donde el miedo nos paraliza, y no nos deja disfrutar de lo mejor que tiene la humanidad, que es la diversidad que nos permite como personas, conocer a los demás y conocernos a nosotros mismos. Esos miedos, son miedos asesinos porque son negativos y se alimentan de violencias e ignorancias, matando en el ser humano su esencia e impidiendo a las personas compartir su amor, felicidad y cariño con el otro diferente. Es cierto, que el miedo a disfrutar de la riqueza que ofrece la diversidad es pobreza, al igual que el miedo a la muerte es la muerte en sí, porque son miedos que hacen que las personas pierdan el sentido de la vida, y cuando uno pierde el sentido de la vida se torna en un ser peligroso que le da lo mismo todo. Al mismo tiempo, cuando uno tiene miedo de otra persona, cultura o religión, se convierte en una persona vulnerable, y puede ser utilizada por algunos radicales, que alimentan las tensiones culturales y religiosas para garantizar sus intereses económicos y políticos.

Esos miedos asesinos, los llamamos así porque son el origen de muchos actos violentos, xenófobos y racistas que se registran en varios puntos de encuentro entre diferentes culturas y religiones, y deben ser el origen de nuestras preocupaciones y nuestras actuaciones para transformarlos y hacer que nuestras sociedades sean inclusivas, que abarquen a todas las personas con el fin de enriquecer la civilización humana.

Por lo tanto, los miedos asesinos son siempre transformables si se tratan a tiempo, porque el miedo nunca puede vencer la voluntad humana, y siempre está en nuestras manos utilizar nuestra inteligencia cultural para construir un futuro pacífico que beneficie a toda la humanidad, ya que la imagen que tenemos del otro y del futuro, influye en nuestras acciones del presente, y si creamos una imagen positiva del otro haciendo uso de la inteligencia cultural podemos transformar esos miedos asesinos y crear espacios de encuentro y paz a pesar de las diferencias.


Entonces, no hay duda de que las personas que crean miedo y terror en el  mundo usan de manera negativa su inteligencia cultural, ejemplo de ello es la idea que tuvo el presidente americano George Bush de asociar el terrorismo al Islam y hablar del terrorismo islámico, o Ben Laden de presentar a los occidentales como se fueran herejes.

Esa manera de usar la imaginación y la inteligencia para crear términos y programas que fomentan el miedo y el choque entre las culturas y las civilizaciones, es la inteligencia que deben utilizar las personas que creen en la paz y el amor, para acabar con los terrorismos y radicalismos violentos que amenazan la coexistencia pacífica de la humanidad, y crear alianzas entre países, culturas y, sobre todo, entre las personas. Y esto es lo que están consiguiendo niños de diferentes países que trabajan en proyectos de educación para la paz como Creando Puentes.

                                   
Ciertamente, en un mundo global necesitamos aprender a usar la inteligencia cultural, conocer a los demás, acercarnos a su cultura y usar la empatía para fomentar la compresión mutua y el entendimiento entre todos los pueblos, sin imponer la fe y la cultura del más fuerte, sino respetando las diferencias, y promoviendo los derechos humanos y las libertades, que nos puedan ayudar a confrontar los retos que tiene la humanidad en la era de globalización.

Una era en donde no solamente la información y el capital están globalizados sino también el odio y el miedo. De hecho, es una era que requiere personas abiertas y respetuosas con las diferencias culturales y religiosas, que aprendan el uno del otro a través del diálogo y la comunicación cultural, y que respeten a la mujer y a la diversidad. En definitiva, que sepan usar la inteligencia cultural, que no puede resolver todos nuestros conflictos y miedos, pero que es el camino para encontrar las vías adecuadas para transformarlos.

Personalmente, creo que para transformar nuestros miedos asesinos necesitamos que cada uno de nosotros, desde su área de trabajo, asuma su parte de la responsabilidad, actuando de manera respetuosa con los demás, usando sus capacidades y competencias para hacer las cosas de manera pacífica y educando a los niños de hoy a ser inteligentes culturalmente, a participar con sus ideas y acciones en mejorar el mundo en donde vivimos, a generar dinámicas positivas y a apostar por la fuerza de la palabra y la acción. Esa voluntad de todos; estados y ciudadanos, de pasar del estado de observación al estado de la actuación, es fundamental para lograr una civilización de alianzas, que tendrá como objetivo alcanzar el progreso de la civilización humana, mediante alianzas políticas, culturales y económicas entre otras que la fortalezcan.

Said Bahajin

Doctor en Estudios Internacionales de Paz e Investigador en la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz, Universitat Jaume I, España.

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