Hace poco, nadie podía adivinar que en menos de un mes podíamos presenciar la caída de algunos regímenes árabes que gobernaron sus pueblos con mano de hierro durante 2, 3 y hasta 4 décadas, como es el caso de Libia. Pero lo imposible se convirtió en posible y el miedo que tenían los pueblos se trasladó a los gobernantes que buscan la manera de calmar a sus pueblos en un último intento de conservar sus sillas y su dignidad. Una dignidad de la cual privaron a sus pueblos durante décadas y que ha sido el verdadero motor de esa revolución popular.
Lo que está pasando actualmente en el mundo árabe no es una revolución que reivindica solamente cambios sociales y políticos, sino es una intifada pacifica que reclama el derecho de los pueblos a disfrutar de la dignidad y a no ser humillados y llamados ratones, como llamó Gadafi en Libia a sus ciudadanos que por primera vez gritaron basta ya, es suficiente con 42 años de humillación. Al mismo tiempo no es un intento de Hamas o de Hizballah para islamizar el mundo árabe. Al contrario, es un grito de gente de diferentes clases sociales y religiones que quiere controlar su vida y no quiere ser manipulada y horrorizada con la mentira del choque de civilizaciones y de religiones. Es lo que sin duda mostraron los miles de cristianos coptos en Egipto que protegían a los musulmanes, de los seguidores de Mubarak, mientras rezaban en la plaza de la Libertad, y es el mensaje que intentaron mandar los miles de musulmanes que asistieron, por primera vez, junto a los coptos una misa al aire libre y todos gritaban Amén a la libertad, Amén a la dignidad y Amén a la justicia.
Esa unión y convivencia entre personas de diferentes culturas, religiones e identidades muestra al mundo que jamás había existido un choque o enfrentamiento entre las culturas, las religiones, o las civilizaciones, lo único que había conocido la humanidad era y sigue siendo un choque entre los humillados y los humilladores, entre los que buscan la dignidad y los que les privan de ella para preservar sus intereses, o sea, un choque entre la humillación y la dignidad.
Por eso, aunque todo el mundo sabe que esa intifada popular de los jóvenes árabes contra sus opresores, que pueden ser la élite y no solamente los presidentes, empezó con Mohamed Bouzizi quien se quemó en protesta por la humillación y por la falta de libertades en su país, nadie puede adivinar a dónde irá a parar y si contagiará a otros países occidentales o otros continentes ya que hay miles de millones de personas en el mundo que sufren la marginación, la injusticia y la humillación.
De hecho, hay que tener claro que es una intifada pacífica y que su objetivo principal no es derrocar solamente a los presidentes árabes ya que no son los únicos opresores y dictadores del mundo, sino es un mensaje claro de la mayoría silenciada a todos los responsables del mundo de que el pueblo puede dormir años y décadas pero en un momento puede despertarse y decir: No a la injusticia y No a la humillación.
Es obvio, que todos debemos escuchar al pueblo y apoyarlo en su intento de empoderamiento y de búsqueda de la dignidad y de la libertad, es la única manera que tenemos como ciudadanos del mundo para vivir en paz ya que la libertad de los pueblos es el verdadero camino hacia la paz, y cualquier proceso de diálogo y de alianza, si no cuenta con la participación del pueblo, se quedará almacenado como productos de presidentes en los cuales sería mejor escribir: consumir preferentemente antes de la revolución de los pueblos.
Al fin y al cabo, tanto los presidentes como el pueblo saben que la carta de Naciones Unidas empieza con “Nosotros los pueblos” y por lo tanto son los pueblos los que tienen el derecho a elegir de manera democrática y pacífica a sus representantes y a su futuro. Unos representantes que no siempre serán corruptos. De hecho, no todos los gobernantes actuales son corruptos ni todos los que vendrán serán ángeles. En el mundo hay gobernantes que hacen lo posible para el bien de sus pueblos, pero a menudo chocan con los intereses de la élite y de algunas personas que se benefician de la pobreza, del analfabetismo y de la humillación de los pueblos. A esas personas va dirigida esa intifada pacífica de los pueblos que saben que no podrá haber paz mientras haya pobreza, injusticia y humillación.
I wish i can read French
ReplyDeleteApoyo lo que dices y me gustaría hacer mías tus palabras. Tus reflexiones nos hace recordar que las cosas no son simplemente lo que nos llega que pasa, que hay mucho trasfondo que origina este tipo de situaciones tan necesarias para conseguir avances a nivel social, de ciudadano. Importante recordar que, como bien dices, todo esto está al margen de la religión, lo que nos hace vez que hay cosas que están por encima de las distintas fe y creencias.
ReplyDelete¡Sigue así! ¡Me gusta lo que escribes!
Gracias Narjiss por tu comentario e igualmente mucha suerte para ti también.
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