Hoy día, disfrutar de las noticias cotidianas se ha convertido en algo insólito, ya que la mayoría de las noticias que escuchamos en la televisión o leemos en los periódicos solamente nos amargan el día y nos hacen creer que el mundo se ha convertido en un espacio de odio, rechazo y de ira, y que el amor, la ternura, y la amistad forman ya parte de un pasado irrecuperable.
Pero la realidad es otra, y la tenemos que disfrutar para que la humanidad a pesar de los desafíos siga optando por el amor, el diálogo y la aceptación del otro en la construcción de un futuro común. Es la sensación que me transmitieron mis queridos amigos Antonio, y su esposa Montserrat que ha viajado desde Granada hasta Tánger para celebrar junto a su marido la fiesta del cordero sin que sean musulmanes. Para mí no existe otro ejemplo más claro de que convivimos y no lo sabemos, que escuchar a Antonio hablando de su experiencia de más de 40 años en Marruecos y de sus 28 años celebrando esa fiesta y otras junto a todos los marroquíes.
Antonio y Montserrat son dos personas como muchas otras que han querido conocer a nuestro país, cultura y gente, y han aceptado compartir con nosotros nuestras alegrías y fiestas, construyendo puentes en vez de muros entre la cultura española y la marroquí. Gente así nos enseña a todos que una persona que nunca tuvo la suerte de encontrarse con el otro diferente por fronteras religiosas, políticas y geográficas, nunca puede tener la mentalidad abierta ni tampoco amar al otro diferente. De hecho, conocernos es el mejor camino para amarnos, nadie puede amar a alguien que no conoce ni tampoco dialogar con él. Amar es dialogar y dialogar es amar.
Mis dos amigos me enseñaron que un diálogo sin amor, es un diálogo estéril que no puede dar frutos ¿por qué tengo que dialogar con el otro si puedo vivir sin él? Pero si lo amo nunca podré vivir sin su presencia en mi corazón, y estaré abierto al diálogo con él, para disfrutar de su amor aunque sea a la distancia. Todos somos personas y todos buscamos nuestra felicidad. Algunos encuentran su felicidad en el dinero, otros en la fama, la literatura, la religión, la política etc. pero nadie la encuentra estando solo. Qué haría uno con el dinero si no tiene con quien gastarlo y para qué sirve a uno ser famoso si no tiene fans o qué importa la literatura si no hay quien la lee o la escribe. Por eso, una persona pacífica es una persona que ama y acepta a la diversidad como elemento enriquecedor, y encuentra su felicidad en la felicidad del otro sea cual sea su fe, nacionalidad, e ideología.
Por tanto, gracias a españoles como Antonio y Montserrat, y a muchas otras personas que he conocido en mi vida de diferentes culturas, religiones e ideologías, hoy puedo afirmar que:
Como persona no puedo imaginar un futuro sin la presencia de otras personas, otras culturas, otros caminos para el paraíso, y otras maneras de entender la realidad y de ver el futuro.
Como persona me gustan los colores, no quiero un mundo pintado con el mismo color ni habitado por el pueblo elegido de Dios, todas las personas son elegidas por tener un corazón que ama y quiere el bien a los demás.
Como persona me siento elegido por haber conocido a gente de diferentes culturas, países y religiones.
Como persona me gustar escuchar la oración del almuédano en lo alto de las mezquitas, y también me encanta el sonido de las campanas en la torre de las iglesias.
Como persona me siento libre porque mi corazón no reconoce las fronteras, ni acepta estar encarcelado en la jaula de una sola cultura, ni tiene miedo a los demás corazones.
Como persona tengo que darles las gracias a Antonio y Montserrat por enseñarme que convivimos pero no lo sabemos.
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