Tenemos desafíos políticos globales que requieren
unas soluciones políticas concretas con una dimensión global
La
intifada mundial ha comenzado con las revoluciones y las crisis económicas que
han significado un despertar de la sociedad civil que durante mucho tiempo ha
estado sumergida en la humillación y la explotación de algunos, que por
mantener sus intereses, eran capaces de crear guerras, matar y empobrecer a los
miles de millones de personas en el mundo.
Después
de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, eran muchos los
que creyeron que por fin la humanidad podría vivir en paz, sin que haya guerras
frías ni calientes, y sin que una cultura, ideología o país impusiera su ley a
los demás. Pero esa paz universal, soñada y deseada por muchos, fue sustituida
por la guerra contra el terror y el miedo al extremismo y al terrorismo
universal.
Un terrorismo
que nos amenaza a todos y que se alimenta de la ignorancia y del mal
conocimiento del otro en algunas sociedades, y en otras, de la arrogancia y la
codicia. Eso significa que en la actualidad vivimos en un mundo dividido por un
muro construido por la arrogancia de unos y la ignorancia de otros, y que ha
llevado a toda la humanidad a vivir momentos de grandes tensiones. Es un muro
que se puede sustituir por puentes de entendimiento y reconocimiento del otro,
si utilizamos nuestra imaginación para crear redes globales que tendrían como
objetivo la buena gobernanza de la multiculturalidad, la diversidad religiosa y, sobre todo, de la política internacional.
Es cierto que si las guerras se ganan con ideas, las paces también se pueden
hacer con ideas.
De
hecho, en un mundo donde los verdaderos desafíos no son culturales ni
religiosos sino políticos, tenemos que pensar en vías políticas para afrontar
esos desafíos que amenazan la civilización humana. Unos desafíos políticos que
requieren de nosotros ampliar nuestra imaginación y buscar soluciones políticas
con una dimensión global, porque en un mundo sin fronteras necesitamos una
imaginación sin fronteras. Y en un mundo con una crisis económica global y
conflictos que amenazan a toda la humanidad, como es el terrorismo, el mal
conocimiento del otro, el paro y la pobreza, entre otros, necesitamos
respuestas y programas políticos sin fronteras que gestionen los desafíos
humanos a nivel global.
Por
eso, es tiempo de crear partidos políticos internacionales, o al menos uno, que
tendría como objetivo presentar programas políticos globales que defiendan los
derechos humanos, la estabilidad económica y política, la dignidad, la justicia
y la igualdad de oportunidades no sólo a nivel local sino también a nivel
global. Será un partido político internacional que una a todos, los de
izquierda y de derecha, los republicanos y los demócratas, los religiosos y los
seglares, y que tendría como objetivos luchar por el bienestar de todos los
seres humanos y por el desarrollo económico y político, no de un país en
concreto, sino de toda la humanidad. Un partido que busque resolver por ejemplo
el problema de la pobreza o del paro, no sólo en el país afectado, sino viendo
las posibilidades y las alternativas que ofrecen otros países en el mundo.
Es
obvio que con los años la gente perderá totalmente la confianza en los partidos
políticos existentes y en el modelo democrático actual y buscará otras
alternativas. Una de ellas sería la creación de partidos políticos
internacionales, que transciendan las fronteras, y que tengan representación en
diferentes países con la posibilidad de presentarse a las elecciones y trabajar
con y por el pueblo utilizando una perspectiva glocal; pensando
globalmente y actuando localmente. Esa sería una de las vías pacíficas que
tendría la sociedad civil para participar en las decisiones que afectan al
futuro de la humanidad y afrontar los desafíos políticos que amenazan la
estabilidad y la paz mundial.
El
mundo va cambiando con las nuevas tecnologías y las redes sociales que crean un
espacio de encuentro entre personas de diferentes culturas, religiones e ideologías,
y cada día nos damos cuenta de que no hay una democracia modelo, sino
democracias imperfectas que podemos complementar con nuestras ideas para que
cada persona pueda participar en un mundo mejor.
Por
eso, es tiempo de reconocer que tenemos desafíos políticos globales que
requieren unas soluciones políticas concretas con una dimensión global.
Es
tiempo de reconocer que la democracia y la paz no se imponen sino que se
construyen entre todos y a nivel global.
Es
tiempo de fomentar un nuevo modelo de política glocal, donde partidos
políticos con extensión global fomenten una democracia que facilita la
participación, no solamente de unos afortunados del G7, sino también del resto
de los países, los G187, en la toma de las decisiones que afectan al mundo.
Said Bahajin
Doctor en Estudios Internacionales de Paz e Investigador en la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz, Universitat Jaume I, España