Revista Biblioteca Islámica: El árabe en la literatura latinoamericana por Sahid Bahajin
Una muestra de esa integración se refleja en la influencia del tema árabe en algunas obras literarias de la época. Esa influencia llevó a veces a escritores famosos a visitar a países árabes para satisfacer esa atracción que sentían por el mundo árabe, uno de ellos es el nicaragüense Rubén Darío, que en su creación literaria, se nota una gran admiración hacia el mundo árabe y lo oriental, algo que exprime así al hablar de Tánger, en su libro Tierras solares «Confieso que es para mí de singular placer esta llegada a un lugar que se compadece con mis lecturas y ensueños orientales» (Darío, 1920: 159). Rubén admiraba y se identificaba con el mundo árabe, hasta el punto de que algunos escritores como Villaespesa afirmaban que era de origen árabe «Aunque nació en Nicaragua, es de origen árabe andaluz, su padre y toda la familia nacieron en pleno corazón de Alpujarra, en Ohanes, pintoresca villa de la provincia de Almería» (Djbilou, 1986: 86).
La buena imagen que tenían los latinoamericanos de los árabes musulmanes incitó a muchos escritores famosos a incorporar el tema del Islam en sus obras, como el peruano César Vallejo, el colombiano Guillermo Valencia, y el mexicano Amado Nervo. Incluso Rubén Darío en su obra Tierras Solares (1920: 171) expresa su emoción al escuchar el recitado del muezzín, que para él es algo que no se olvida, y que promulga al mundo que Alah es grande. También encontramos una referencia al Islam en Fez la Andaluza, obra del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, quien dice: «El Corán no es sólo una Biblia, sino también una enciclopedia. La legislación, la moral, la higiene, las relaciones sociales, el régimen del hogar, las ciencias ocultas, la poesía mística, lo que interesa o apasiona a los fieles, en suma, en el Corán se encuentra» (Macías, 1995: 28).
Los inmigrantes árabes también han estado presentes en obras de escritores importantes, como el colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel en 1982, quien en su obra Crónica de una muerte anunciada, elige al protagonista Santiago Nasar, hijo de un inmigrante árabe Ibrahim Nasar, el cual su fisonomía árabe se reflejaba por su piel y por su cabello, junto a él resalta el papel de otros personajes árabes que eran vendedores ambulantes.
La chilena Isabel Allende en su obra Eva Luna, resaltaba la vida de un inmigrante árabe Riad Halabí, que con sus quince años había llegado a Chile sin dinero, sin amigos y con un visado falso, y su meta era hacer fortuna y mandar dinero a su familia. Como muchos otros árabes durante sus primeros años de inmigrante, hablaba un español con acento del desierto, y se alimentaba de pan y banana y dormía en el suelo de la fábrica de telas donde trabajaba a cambio de limpiar el edificio y poner trampas para ratones, pero con el tiempo montó un negocio que llamó La Perla de Oriente, que llegó a ser el centro de la vida comercial de Agua Santa. Cuenta también cómo los inmigrantes daban hospedaje a otros parientes, quienes venían a veces sin desearlo y solamente para satisfacer a sus padres y regresar algún día con una fortuna «No preguntó la opinión de Kamal, simplemente lo cogió por un brazo y lo llevó a la rastra camino del puerto, donde consiguió emplearlo de grumete en un barco mercante, con la recomendación de no regresar a menos de hacerlo con una fortuna» (Allende, 2007: 151).
De México encontramos al escritor Carlos Fuentes, que en su obra La Cabeza de Hidra, destaca la presencia de libaneses en la capital mexicana, quienes obtuvieron la nacionalidad y se dedicaron al comercio; y de Cuba, el famoso escritor José Martí, quien escribe sobre el árabe en sus obras Haschich, y Abdala la perla de la mora. Sergio Macías, el escritor chileno que más escribe sobre la presencia árabe en la literatura latinoamericana, lamentaba que los árabes no lograran hermanar la literatura árabe con la literatura latinoamericana, porque esperaba ver una cultura hispanoárabe en Latinoamérica, creada por los árabes del Mahyar «Cabía la esperanza de que naciese una nueva cultura hispanoárabe en Latino-América por obra de los turcos, es decir, por la emigración árabe decimonónica a América: el Mahyar» (Macías, 1995: 21). Son algunos de muchos escritores latinoamericanos, que trataron en sus obras el tema de los inmigrantes árabes en los países latinos, lo que muestra que los árabes no eran ignorados o marginados, sino que en muchas ocasiones, eran objeto de estudio y de admiración, lo que les permitió a ellos también destacarse no solamente en lo económico, sino en otros ámbitos, como son la política y la literatura.