Con su intervención militar en Mali, Francia está
cavando con sus propias manos la tumba de sus intereses en toda la región.
Parece que la arrogancia militar de algunos países les impide reconocer sus
fracasos militares en Afganistán, Iraq, Libia, Siria y próximamente Mali.
Fracasos que significan el triunfo de Al Qaeda en las llamadas “guerras contra
el terror”. Según un artículo publicado el 21 de enero de 2013 en Washington
Post: la violencia en Argelia y Mali, dio más fama a Al Qaeda del Norte de
África, que se beneficiará de esa victoria estratégica, como la calificó
Mike Rogers, presidente del comité permanente de inteligencia, para reclutar a
más militantes y recibir más fondos.
La historia reciente muestra que siempre que hubo
una intervención militar de un país occidental o más en tierras árabes y
musulmanas, el único beneficiado era Al Qaeda. Esa es la realidad que se vive
en Afganistán, Iraq, Libia, Yemen y se vivirá pronto en Mali, en donde Francia
está haciendo un gran favor a esa organización, que estaba esperando ese
momento para vivir su Edad de Oro, como dijo Abdel Barri Atwan, jefe de
redacción de AlQuds Al Arabi, uno de los periódicos más leídos en el
mundo árabe, y lograr uno de sus objetivos prioritarios, que es combatir a los
militares occidentales en tierras árabes y musulmanas, porque así se consideran
invasores y se puede llamar a la Yihad contra ellos. De esta forma, gracias a
la intervención militar de Francia en Mali, Al Qaeda tendrá más credibilidad y
podrá justificar sus acciones y atraer a más simpatizantes, lo que no beneficia
ni a las sociedades musulmanas ni a las occidentales. A las musulmanas porque
amenaza la estabilidad de los países al cometer atentados terroristas en zonas turísticas
o estratégicas, dando una imagen errónea sobre el Islam y los musulmanes, y las
occidentales porque ataca directamente a sus intereses como ocurrió en la refinería
de Ain Amenas en Argelia en donde murieron decenas de inocentes, entre ellos 37
extranjeros, por combatientes de Al Qaeda que entraron a Argelia desde Mali,
como anunció el primer ministro argelino el 21 de enero de 2013.
De hecho, Mali se convierte en una amenaza para
todos los países de la región porque además de la presencia militar francesa,
se añade el factor de la humillación que sufren sus habitantes, que siendo
ciudadanos del tercer país africano exportador de Oro después de Sudáfrica y
Ghana, en donde se ha descubierto uranio y unas cuencas enormes de petróleo y
Gas, ocupan el puesto 175 del Índice de Desarrollo Humano, y viven en uno de
los países más pobres del mundo. Está situación de pobreza y mal desarrollo que
afecta a la población, y la explotación de sus riquezas por empresas
multinacionales, es la que hace que florezca la ideología de Al Qaeda. Por lo
tanto, el Islam no es el verdadero problema que debilita la democracia y abre
paso al extremismo y al terrorismo de Al Qaeda, sino la pobreza, la
humillación, la exclusión y la invasión militar en nombre de la democracia y de
la protección de los derechos humanos.
Todo el mundo sabe que Francia no se lanza por una total
reconquista de Mali, como se calificó la operación en BBC, para proteger a
los ciudadanos del país de los extremistas, ni para defender los derechos
humanos violados por las multinacionales que explotan a miles de niños en las
minas de oro, sino para salvar a los intereses de esas empresas, como Total,
que se benefician de la pobreza y la miseria de los ciudadanos, y los explotan
en las minas y en los pozos petrolíferos.
Es imprescindible, para entender por qué Al Qaeda
gana las guerras contra el terror, saber por qué y quién declara esas
guerras y con qué motivos. Con eso no justifico la presencia del Al Qaeda, ya que
personalmente condeno sus actos terroristas matando a inocentes en nombre del
Islam; al contrario, subrayo por donde hay que empezar si verdaderamente nos
interesa la paz y la transformación pacífica de nuestros conflictos comunes,
como la pobreza, las desigualdades y los extremismos. Cabe recordar que hace unos
días, Berlusconi admitió en una noticia publicada en Eretz Zen Channel, que
la revolución de Libia ha sido fabricada e impulsada por Sarkozy para quedarse con el petróleo
y el gas de Libia. Eso muestra que siempre hay agendas secretas que no se revelan
al público, y si la sociedad civil no conoce esas agendas, nunca podría
participar en la resolución de los conflictos, ni acabar con los terrorismos y
los extremismos.
Por eso, los que velan por los intereses de sus
países y de sus empresas tienen que saber que cuando se trata de vidas humanas
y del futuro de la humanidad, hay que quitar las mascaras, aparecer sin
maquillaje y sin agendas secretas. Esas personas tienen que decirnos cuáles son
los intereses occidentales en la zona y qué quieren obtener de Oriente Medio,
del Norte de África y de la región de Sáhel, para ayudarles a lograr sus
objetivos y garantizar sus intereses, haciendo uso de poder blando y no del
poder duro, que ya se ha demostrado su fracaso. Cada persona y cada Estado,
tiene el derecho de luchar por sus intereses pero por medios pacíficos y sin
perjudicar a los intereses de los demás, ni robarles en nombre de la democracia
y de la lucha contra el terrorismo. El uranio, oro, petróleo, y gas que hay en
Mali es propiedad de los malienses y no de los franceses, quitarles lo que es
suyo por medio de la fuerza es alimentar el terrorismo. Los tanques, los
aviones y los misiles ya no son un símbolo de fuerza, los ejércitos más
entrenados y equipados no siempre ganan las guerras, como se ha mostrado en la
guerra del Líbano, en Afganistán, y en Vietnam por ejemplo. Es tiempo de
entender que la fuerza se logra mediante el diálogo y promoviendo relaciones win-win
entre las personas y los Estados. En un mundo globalizado o ganamos todos o
perdemos todo, hasta nuestra esencia humana.
Said Bahajin
Investigador en la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz
Universidad Jaume I, Castellón, España.