Hay momentos en
nuestra vida que no se olvidan y que nos enseñan que las diferencias es un don
que debemos apreciar y valorar, momentos en los que compartimos con los demás
acciones que se hacen desde el corazón, que no se olvidan y se quedan guardadas
en los corazones de todos. Esos momentos nos enseñan que la paz no es un mito,
que es una realidad que vivimos y disfrutamos diariamente, pero no nos damos
cuenta de ello. Por eso, es importante actuar y reaccionar desde nuestros
corazones, y compartir nuestras experiencias personales de las que tenemos
mucho que aprender.
Hoy quiero
compartir la experiencia de mi amiga Olga Morla Casado, una joven amante de
Marruecos, de su cultura, y de su gente, porque es una experiencia que nos muestra
que aún estamos a tiempo de amarnos, de
conocernos a través de nuestras experiencias personales, de sonreír al otro en
vez de estar esperando su sonrisa, y de aprender que la sonrisa, el baile y los
abrazos son un lenguaje que une a la humanidad y que debemos practicar para que
nuestros corazones puedan dialogar.
Olga, participó
como futbolista en el II Torneo Intercultural de Fútbol Femenino en Tánger, y
escribió su experiencia que muestra que el deporte, y en este caso el fútbol,
puede fomentar la convivencia entre distintos países y culturas, favoreciendo
el encuentro y la construcción de puentes de entendimiento, y el derrumbamiento
de los muros de prejuicios y estereotipos creados por la ignorancia y la mentira.
En su artículo
publicado en la página www.fundacionraices.org,
Olga comparte su agradable experiencia junto a otras mujeres de Tánger, Tetuán,
y Madrid, de los seis partidos que habían jugado juntas, de los paseos en la
medina, y los tés con hierbabuena que tomaron juntas y escribe:
“Desde Madrid
teníamos claro que lo importante de este viaje era el encuentro, el conocer
otra cultura y otra realidad sobre la mujer marroquí, rompiendo estereotipos y
prejuicios, comunicarnos aún utilizando un idioma diferente y ver que cuando
existe el deseo de conocer al otro, no hay barreras para la comunicación y que
el reírse, el bailar, los besos y los abrazos son un lenguaje que todo el mundo
comprende y que sale y llega al corazón”.
Son palabras
sinceras, dichas desde el corazón, y que merecen ser agradecidas porque nos
enseñan primero, que los españoles y las españolas son nuestros vecinos y nos
quieren como nosotros a ellos, y segundo, que la paz nace y crece con nuestro
comportamiento cotidiano. Gracias Olga porque tu artículo nos enseña que una
mirada de agradecimiento, una sonrisa o una palabra dicha desde el corazón, es
un lenguaje que todos entendemos a la perfección, y que hablándolo podemos
encontrar el camino hacia la paz y la convivencia armónica entre todos.