Friday, June 8, 2012

La fuerza de nuestras experiencias en la construcción de la paz




Hay momentos en nuestra vida que no se olvidan y que nos enseñan que las diferencias es un don que debemos apreciar y valorar, momentos en los que compartimos con los demás acciones que se hacen desde el corazón, que no se olvidan y se quedan guardadas en los corazones de todos. Esos momentos nos enseñan que la paz no es un mito, que es una realidad que vivimos y disfrutamos diariamente, pero no nos damos cuenta de ello. Por eso, es importante actuar y reaccionar desde nuestros corazones, y compartir nuestras experiencias personales de las que tenemos mucho que aprender.

Hoy quiero compartir la experiencia de mi amiga Olga Morla Casado, una joven amante de Marruecos, de su cultura, y de su gente, porque es una experiencia que nos muestra que aún estamos a tiempo de  amarnos, de conocernos a través de nuestras experiencias personales, de sonreír al otro en vez de estar esperando su sonrisa, y de aprender que la sonrisa, el baile y los abrazos son un lenguaje que une a la humanidad y que debemos practicar para que nuestros corazones puedan dialogar.

Olga, participó como futbolista en el II Torneo Intercultural de Fútbol Femenino en Tánger, y escribió su experiencia que muestra que el deporte, y en este caso el fútbol, puede fomentar la convivencia entre distintos países y culturas, favoreciendo el encuentro y la construcción de puentes de entendimiento, y el derrumbamiento de los muros de prejuicios y estereotipos creados por la ignorancia y la mentira.

En su artículo publicado en la página www.fundacionraices.org, Olga comparte su agradable experiencia junto a otras mujeres de Tánger, Tetuán, y Madrid, de los seis partidos que habían jugado juntas, de los paseos en la medina, y los tés con hierbabuena que tomaron juntas y escribe:

“Desde Madrid teníamos claro que lo importante de este viaje era el encuentro, el conocer otra cultura y otra realidad sobre la mujer marroquí, rompiendo estereotipos y prejuicios, comunicarnos aún utilizando un idioma diferente y ver que cuando existe el deseo de conocer al otro, no hay barreras para la comunicación y que el reírse, el bailar, los besos y los abrazos son un lenguaje que todo el mundo comprende y que sale y llega al corazón”.

Son palabras sinceras, dichas desde el corazón, y que merecen ser agradecidas porque nos enseñan primero, que los españoles y las españolas son nuestros vecinos y nos quieren como nosotros a ellos, y segundo, que la paz nace y crece con nuestro comportamiento cotidiano. Gracias Olga porque tu artículo nos enseña que una mirada de agradecimiento, una sonrisa o una palabra dicha desde el corazón, es un lenguaje que todos entendemos a la perfección, y que hablándolo podemos encontrar el camino hacia la paz y la convivencia armónica entre todos.