La comunidad internacional que siempre defendía a Israel por ser un estado democrático y pacífico sufrió el terrorismo de estado que suporta el pueblo palestino desde hace más de 60 años. La operación militar contra la flotilla de la libertad que acabo con la vida de algunos activistas pro-palestinos, mostró a todo el mundo las salvajadas de Israel que quiere imponer con la fuerza su paz, olvidando que la paz no se impone sino se construye entre todos.
Asaltar y matar a unos pacifistas que querían con un acto pacífico dar libertad y justicia a los más de un millón y medio de personas encarceladas en Gaza, muestra a toda la comunidad internacional, que Israel desafía la paz, y a todos los seres humanos que creen en la paz y en la no violencia como un instrumento para transformar pacíficamente nuestros conflictos.
Un país arrogante y egoísta como Israel, que nunca reconoce sus errores, que justifica operaciones militares contra centenares de pacifistas, y que aplica el bloqueo a la franja de Gaza desde más de tres años, no puede ser pacifista, tampoco puede ser víctima de un asalto de la hipocresía internacional como señaló su primer ministro Netanyahu, quien calificó la flotilla de la libertad en la cual participaron más de 40 nacionalidades de “operación terrorista”, o sea, para él, todos los que creen en las acciones pacifistas son terroristas .
Es evidente, que Israel con su crimen contra los pacifistas humilla no solamente a los palestinos, sino a toda la humanidad. Por eso, necesitamos una intifada humana y pacífica contra la humillación y la injusticia, y por la libertad y la dignidad humana. La paz se consigue cuando todos los estados gozan de los mismos derechos y de los mismos deberes, e Israel con sus actos y crímenes contra la humanidad no respeta ninguna ley internacional, al contrario muestra que la ley del más fuerte es la única ley que conoce.
Con su crimen contra la flotilla, Israel quiere transmitir un mensaje claro a todos los que creen en las iniciativas pacificas, que no dudará en usar la fuerza para defender su genocidio en Gaza y en Palestina, y nuestro mensaje y respuesta a todos los estados que tienen esa idea es el siguiente: los pro-palestinos que estuvieron a bordo de la flotilla consiguieron con su compromiso a la libertad, la justicia y la paz, abrir el paso de Rafah y liberar a los palestinos encarcelados en Gaza, algo que ni la diplomacia ni la resistencia armada consiguió hasta ahora, y por tanto, nos enseñaron que las acciones pacíficas son más fuertes que las acciones militares, y que se consigue más con la unión pacífica de todos que con la potencia militar de algunos.
Al mismo tiempo hemos aprendido que la utilización de la fuerza para frenar una iniciativa pacifica es una señal de debilidad y de miedo a la paz. Si la comunidad internacional quiere vivir en paz, los políticos y los responsables de la Alianza de Civilizaciones que gastan millones de dólares en foros como el último de Brasil al cual ni siquiera asistió el presidente Zapatero, tienen el deber de mandar flotillas con niños de diferentes culturas y religiones a Gaza y a todos los lugares del mundo que sufren la injusticia, para que la generación de mañana entienda que juntos con nuestras diferencias podemos construir la paz, y que el único camino hacia la paz es ser pacifista y creer en la eficacia de las acciones pacíficas.
Asaltar y matar a unos pacifistas que querían con un acto pacífico dar libertad y justicia a los más de un millón y medio de personas encarceladas en Gaza, muestra a toda la comunidad internacional, que Israel desafía la paz, y a todos los seres humanos que creen en la paz y en la no violencia como un instrumento para transformar pacíficamente nuestros conflictos.
Un país arrogante y egoísta como Israel, que nunca reconoce sus errores, que justifica operaciones militares contra centenares de pacifistas, y que aplica el bloqueo a la franja de Gaza desde más de tres años, no puede ser pacifista, tampoco puede ser víctima de un asalto de la hipocresía internacional como señaló su primer ministro Netanyahu, quien calificó la flotilla de la libertad en la cual participaron más de 40 nacionalidades de “operación terrorista”, o sea, para él, todos los que creen en las acciones pacifistas son terroristas .
Es evidente, que Israel con su crimen contra los pacifistas humilla no solamente a los palestinos, sino a toda la humanidad. Por eso, necesitamos una intifada humana y pacífica contra la humillación y la injusticia, y por la libertad y la dignidad humana. La paz se consigue cuando todos los estados gozan de los mismos derechos y de los mismos deberes, e Israel con sus actos y crímenes contra la humanidad no respeta ninguna ley internacional, al contrario muestra que la ley del más fuerte es la única ley que conoce.
Con su crimen contra la flotilla, Israel quiere transmitir un mensaje claro a todos los que creen en las iniciativas pacificas, que no dudará en usar la fuerza para defender su genocidio en Gaza y en Palestina, y nuestro mensaje y respuesta a todos los estados que tienen esa idea es el siguiente: los pro-palestinos que estuvieron a bordo de la flotilla consiguieron con su compromiso a la libertad, la justicia y la paz, abrir el paso de Rafah y liberar a los palestinos encarcelados en Gaza, algo que ni la diplomacia ni la resistencia armada consiguió hasta ahora, y por tanto, nos enseñaron que las acciones pacíficas son más fuertes que las acciones militares, y que se consigue más con la unión pacífica de todos que con la potencia militar de algunos.
Al mismo tiempo hemos aprendido que la utilización de la fuerza para frenar una iniciativa pacifica es una señal de debilidad y de miedo a la paz. Si la comunidad internacional quiere vivir en paz, los políticos y los responsables de la Alianza de Civilizaciones que gastan millones de dólares en foros como el último de Brasil al cual ni siquiera asistió el presidente Zapatero, tienen el deber de mandar flotillas con niños de diferentes culturas y religiones a Gaza y a todos los lugares del mundo que sufren la injusticia, para que la generación de mañana entienda que juntos con nuestras diferencias podemos construir la paz, y que el único camino hacia la paz es ser pacifista y creer en la eficacia de las acciones pacíficas.