Como ciudadanos del mundo hemos vivido el dolor y el terror que sembraron las bombas fabricadas por los hombres en muchas partes del mundo, y como siempre nos hemos sentido invadidos por la impotencia ante la muerte de miles de mujeres, ancianos y niños. Nadie puede explicar cómo seres humanos pueden participar en ataques tan brutales y causar tragedias en nombre de la paz. Quién puede negar que tanto en Occidente como en Oriente lo único que quieren es vivir en paz, pero algunos piensan que esa paz solamente se puede lograr mediante la violencia, debilitando al otro que es el enemigo, a través de la fuerza o del bloqueo y del hambre.
Todos estamos de acuerdo que la paz es el camino, pero no todos creemos que es un camino hacia la paz, una paz que no se logra ni con ejércitos ni con cascos azules. A caso nos hemos olvidado de los miles de soldados que perdieron su vida intentando participar en la construcción de la paz. Esto, nos debe servir como una lección para saber que la paz no se logra mediante las armas o incluso con el envío de un ejército pacifista. Al fin y al cabo, un soldado es un militar entrenado al uso de las armas y a matar al otro cumpliendo órdenes.
Debemos de tener claro que una persona armada nunca puede participar en la construcción de la paz. Por eso, lo que necesitamos es gente pacifista, formada en los estudios para la paz y en la transformación pacífica de los conflictos; cuyas únicas armas además del respeto a los derechos humanos, el amor, y el reconocimiento del otro, son las herramientas que tienen y que pueden ser aplicables en casos reales como es la situación actual en varios países del mundo. De esa manera mostraremos al mundo que la paz es posible, mandando a personas que creen en la paz en vez de mandar a soldados
Si los países siguen pensando que la guerra es el camino hacia la paz, y la ONU sigue mandando a ejércitos en sus misiones de construcción de la paz, sería mejor formar a más soldados y prepararnos a llorar más su muerte en nombre de la paz. En caso contrario, podemos acogernos a las alternativas ofrecidas por los estudios para la paz, y que nos permiten juntos contribuir en la construcción de un mundo mejor cambiando las armas por el amor y la tolerancia.